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  • Foto del escritorFernando César

Iron Bike 2017

¡Esto es Iron Bike!


Como una frase que responde dudas, cierra reproches, aclara situaciones de conflicto.

“Esto es Iron Bike”, nada de lo que hayas hecho, nada de lo que esperabas encontrarte iguala la respuesta y lo que resume, “Esto es Iron Bike”.



Iron Bike es una prueba grandiosa por entorno y detalles. Competir en los Alpes mientras un helicóptero te vigila sin parar. Es mucho más que BTT.

Iron Bike 2017 ¿La prueba de BTT por etapas más dura del mundo? No lo creo.

No exactamente, porque no creo que sea una “simple” prueba de BTT, no es un ultra-maratón, no es un XC, no lo es… Ni el prólogo puede llamarse prólogo, ni la etapa reina lo es en exclusiva.


No, no es aquello a lo que estás acostumbrado. Es Iron Bike. Tiene su propia, genuina e impresionante identidad.


Con inicio en Limone, Piemonte un pueblo encantador a los pies de los Alpes Marítimos, una expedición itinerante se mueve en 8 etapas (no caeremos en la trampa de llamar prólogo a la primera) que salta entre Italia y Francia con sus escasos 100 corredores (no caeremos en la trampa de pensar que admitirían o se atreverían más) y un convoy de apoyo interminable de ambulancias, coches de asistencia, incluso helicóptero. Eso ya tenía que haberme dejado clara alguna cosa de Iron Bike 2017.


Por encima de los 2.500 metros, sobre todo si ya se ha subido y bajado varias veces a esa altitud en un día, incluso el sendero más sencillo puede volverse imposible. En esas circunstancias a veces es mejor caminar un poco. Diego Aloi, experimentado Iron Biker, lo sabe.

Etapas durísimas por encima de los 2 mil metros, de los 3 mil… a los que se sube una y otra vez, martilleando sin piedad.


Es Iron Bike, es alpinismo con bicicleta de montaña. No tiene que ser ciclable, no tiene que ser fácil, no es amable, no tiene empatía. Es una peligrosa trituradora que te estira, aplasta, te deja literalmente sin aire y cuando ya no queda nada en ti, te enfrenta a un abismo mientras una voz te susurra “Yo me lo pensaría, quizá sea mejor retirarse aquí…” (no caeremos en la trampa de pensar que esta situación es metafórica, figurada, un ejemplo teatral del murmullo de una voz interior. No es el caso, la voz vendrá de la propia organización) porque así es Iron Bike.


Subirás a un tren, harás tramos en Teleférico, sí, los harás y serán parte de la etapa.


Vendrán kilómetros de literal escalada con la bici a la espalda, unos más llevaderos (si eso es posible) otros verticales. Llegarán descensos donde el aviso de peligro no existe, pues está implícito. Cualquier descenso lo es, siempre, en todo momento. Peligroso.


Perfiles imprecisos, donde nunca aparecerá toda la información, desniveles acumulados que superan los 4 mil D+ por día y que en realidad son apenas una aproximación… y las horas de corte.


Horas de corte que se han ido ajustando de edición en edición, cada vez más cerca, cada vez más difícil. Sumemos a eso las horas de tiempo estimado que, si son superadas, activan un proceso de penalización por día, que podrían llevar a un atleta a quedar eliminado de la carrera.


Sí, incluso salvando todas las horas de corte. No, no se puede hacer Iron Bike a ritmo bajo para soportar el castigo.


Dice Reinhold Messner, posiblemente el mejor alpinista de todos los tiempos, criado entre las faldas de los Alpes meridionales y los Dolomitas, en franja no muy alejada de Iron Bike en el norte italiano conocido como “Tirol del Sur”, que no es posible la aventura sin riesgo de la propia vida. Todo lo demás es un paseo que no merece ser llamado así.


Iron Bike es entonces, en esa regla y en relación con otras pruebas de BTT, una aventura mayúscula.


Salida del prólogo en Tende (Francia) la tranquilidad de aquella plaza no advertía todas las dificultades que se vendrían después.

Peligrosa, desafiante como las montañas que atraviesa, áspera como la rectitud de una organización poco inclinada a la diplomacia. Hipnótica, como la mirada de un animal salvaje.


No es una carrera que recomendaría. No lo es. No acepto ese compromiso, pero ninguna otra te dará o quitará tanto como ella.


Iron Bike 2017 es una experiencia que no podré olvidar. Quien vaya, que lo haga bajo su propia responsabilidad. Físicamente debe ser un super atleta, mentalmente una roca, técnicamente un prodigio, o un suicida. Es posible que todo al tiempo.


Nunca habrás hecho nada igual. Subirás por donde no creerías que puedes, harás cima en lugares mágicos vedados para las pruebas de BTT, te sentirás montañero, un alpinista con bici antes que un ciclista con bicicleta todo terreno.


Dormirás en tu tienda, en campamentos que quedarán grabados a fuego en tu memoria, pasarás calor, frío y en ocasiones hambre. Tendrás que exigirte el máximo y muchas veces no será suficiente. Te frustrarás. Te odiarás, odiarás a todos.


Mil veces dirás “me voy” y mil más “no vuelvo” pero seguirás empujando, fascinado por esa hipnótica mirada salvaje.


Vivirás la experiencia de la verdadera fraternidad que se construye bajo presión.

100 atletas, “…happy few band of brothers…” día a día, piedra a piedra.

Descenso tras subida, hasta el final.


8 etapas, 600 km, 27 mil metros de desnivel acumulado positivo, que son en verdad 60 mil metros de constante pelea.


El gran Gullo Gullo! uno de los muchos y formidables bikers de seguridad de Iron Bike. Con 25 ediciones de experiencia es una de las personas a las que acudir en caso de crisis... pero nunca de duda.

¿Y qué importa si ha Ganado Milton Ramos por quinta vez? ¿Has visto como baja Joan Pons? ¿Te ha pasado alguna vez Aurelie Grosse con ese ritmo constante de quien siempre va lejos?


¿Christian Bill? aguantó las etapas con su aire de soldado curtido que parecía no sufrir por nada, pero que después se emocionaba con el abandono de un amigo.




¿Y qué fue de Paddy “Walker”? Se ganó el nombre de tanto que caminó en las etapas, pero conseguía llegar al final, Crazy Irish. Hasta que en un descenso temió matarse y decidió no salir más de su tienda, "Mate, I sh*t myself... I'm out!".


Diego… sonreír y hablar de Hockey sobre hielo, “el deporte rey donde yo soy, Bobbio Pellice, pero no se gana dinero como en el fútbol” y a 3 mil metros, después de 100 kilómetros y notando la falta de aire, alcanzamos a Julio “Briefing Man”, sentado en el suelo mientras repite, “un año va a salir bien, lo juro”.


Y todo visto desde más arriba por Zun y Mikel, que llegaron lejos de su mejor forma y empezaban sufriendo cada día, para conseguir después acabar con una sonrisa. Nadie sabe cómo, caídas incluidas, pero dando a aquello un sentido mayor que el desafío de las montañas, el de la hermandad.


Parte del descenso del Monte Chaberton, entre Francia e Italia. Después de una etapa descomunal, subir a 3.000 metros para después bajar por ahí, entrando en Francia y aún habrá que regresar a Italia. Esto es Iron Bike.

Dicen que un tipo que iba muy confiado en sus fuerzas se cayó en un descenso en Sampeyre triturando un hombro y 3/4 partes de su orgullo, teniendo que retirarse.


Se perdió su soñado Chaberton y los 4 mil escalones del Fuerte Fenestrelle… lo lamentó, frustrado porque “nunca le han gustado los campamentos militares, ni nunca ha querido sentirse aplastado como un Navy Seal en su instrucción”.


No caeremos en la trampa de pensar que no volverá, o no se atreverá más.


Los locos nunca dejan de mirar a los ojos a un animal salvaje. En la esperanza que, un día, pueda ser domada la bestia.


Esto fue mi Iron Bike 2017.

Queda un año para Iron Bike 2018.



 

Artículo original escrito para www.planetmtb.es en 2017.


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